[CRITICA] La guerra de los Roses - Versión teatral de una historia conocida, en manos de Carla Peterson y Adrián Suar

La guerra de los roses: de Warren Adler / Elenco: Carla Peterson, Adrián Suar, Alejandro Paker y Fabián Arenillas / Escenografía: Alberto Negrin / Iluminación: Gonzalo Cordova / Diseño de sonido: Gastón Briski / Dirección: Marcos Carnevale / Teatro: Maipo
Nuestra opinión: buena


Trasladar al teatro una historia que ha tenido una versión cinematográfica es todo un riesgo. Mucho más si se trata de una película exitosa, como lo fue La guerra de los Roses . Por los motivos que sean, el teatro comercial tomó varias veces ese camino y obtuvo resultados diversos.
En este caso puntual, uno de los nudos de la trama pasa por ver cómo el espacio (una gran mansión señorial) da cuenta del desmoronamiento de un matrimonio después de 18 años de convivencia. Desde esta perspectiva -y mucho más en la escena comercial, que es una ferviente devota de las escenografías realistas- el desafío es mayor todavía. Ahí es cuando la versión local de este texto escrito por Warren Adler y dirigido por Marcos Carnevale entra en problemas.
La acción transcurre en una mansión de 600 metros cuadrados cuyo valor ronda el millón y medio de dólares. Sin embargo, por la polifuncionalidad que se despliega en el imponente espacio dominado por una escalera y por una gran araña, el lugar parece un monoambiente en el cual un living se transforma en comedor con una llamativa naturalidad.
Esto hace que el peso de la acción dramática se traslade al diálogo (digamos, batalla) entre la señora Rose (Carla Peterson) y el señor Rose (Adrián Suar) desde el mismo momento en que ella decide decir basta a su soñado matrimonio transformado en pesadilla. En esta batalla, elevan el nivel de puja hasta las zonas más desbocadas y catárticas del enfrentamiento. Allí anida el humor más cruel de este montaje escénico basado, justamente, en el desmontaje brutal de algo que supo llamarse amor ideal, bienestar económico y mundo de las apariencias.
En esta guerra, Carla Peterson explora una cantidad de recursos interpretativos que le calzan tan bien como la infinidad de zapatos que luce esta señora Rose acostumbrada al buen vestir. Frente a ella, Suar saca a relucir una artillería actoral ya conocida y efectiva. Junto a los dos personajes centrales, la versión teatral sintetiza el entorno en dos personajes: sus respectivos abogados (a cargo de Alejandro Paker y Fabián Arenillas).
Así las cosas, la versión teatral de la obra resulta un tanto esquemática y rígida. Más allá de algún logrado efecto escenográfico (la escena de la araña), el peso está puesto en los frontales diálogos de esta pareja. En manos de Peterson y de Suar, el espectáculo circula por lugares efectivos, varios guiños a la platea que dan buenos resultados y pocas sorpresas.


Alejandro Cruz


Fonte: La Nacion

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