Carla Peterson: "Cumplí con algo que me parecía enorme e imposible"

Entrevista. ¿Final de un ciclo? Después de la tira “Un año para recordar” (que terminó el martes), la actriz sigue con “La guerra de los Roses”, en teatro, y se dispone a estudiar ofertas para hacer cine. Habla del desafío que representó hacer dos personajes tan intensos al mismo tiempo, y se ríe hasta de sí misma.

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Son pasadas las dos de la tarde del lunes y Carla Peterson llega al hotel boutique de Palermo Viejo pautado para la entrevista con lentes oscuros y cara de recién despertada. Es su primer lunes libre después del final de las grabaciones de Un año para recordar -cuyo capítulo final se emitió el martes- y también posterior a la función del domingo de La guerra de los Roses , la obra que hace junto a Adrián Suar en el Maipo.
“Para mí éste fue un desafío bastante grande porque nunca había hecho dos cosas al mismo tiempo -confiesa Peterson mientras le da un sorbo a su cortado-. Traté de cuidarme mucho para cumplir con ambas y disfrutar, porque son dos cosas que me gusta mucho hacer. Haber llegado al final es como decirme: ‘Cumplí con algo que me parecía enorme e imposible’ .” El final de Un año para recordar marca también el fin de un ciclo que unió a la actriz con la productora Underground, de Sebastián Ortega, que empezó con Lalola (2007-08) y siguió con Los exitosos Pells (2008-09). “Estaba un poco planteado así -afirma-. También era un programa que tenía algo fantástico. Seguramente haremos alguna otra cosa juntos con Underground, pero probablemente no sea del mismo estilo.” “Un año para recordar” no anduvo tan bien en el rating como los otros dos. ¿Eso influye en la decisión de cambiar? No. El promedio se mantuvo, eso quiere decir que teníamos un público cautivo que nos seguía y al que le gusta este tipo de historias. Creo que fue una historia con muchas vueltas pero muy interesante, estaba muy bien entramada. Te sorprendía cada capítulo, parecían pequeñas películas del cine estadounidense de comedia romántica. A mí me pasó siempre que trabajé con Underground de no sentir la presión del rating, pero sí la presión de que tiene que salir bien, que la realización sea buena, la actuación sea buena, y creo que eso se logró. Fue agotador, pero se logró.
¿Cómo hiciste para interpretar al mismo tiempo a dos personajes tan distintos como Ana en televisión y Barbara Rose en teatro? Es que eran cosas tan distintas... El personaje de “los Roses” era más cercano, y el de Ana se fue descubriendo. A mí no me llamaron y me dijeron “Vos vas a hacer de un ángel”, porque ¿cómo se hace un ángel? Lo otro tenía que ver con algo cotidiano, con algo más cercano.
¿Te sentís cercana a Barbara Rose? Con respecto a mi personalidad, creo que tengo un poco de todo. Pero en el momento de jugar la personalidad de Barbara Rose me completaba ese mundo que en la tele te da todo lo que te rodea: la escenografia, la edición... Aparte, no uso mi personalidad. Yo los armo más de afuera los personajes, actúo las situaciones. Sí sé lo que mi personaje haría y no haría. Ana no diría las barbaridades que dice Barbara, porque es una mujer tímida que no se anima a decir las cosas. Todo lo opuesto a Bárbara Rose que es bruta, brutal, no tiene ningún problema en decir lo que piensa y lo que siente. Nunca junté esos personajes. De hecho, ir a trabajar al teatro era como si hiciera cualquier otra cosa. No es que era el maratón del actor, había un corte.
El grabador empieza a fallar. Peterson lo mira y pregunta “¿Está grabando? Porque es muy importante lo que estoy diciendo, ahora viene lo mejor”, y se ríe, restándose importancia. Se la nota distendida, relajada y aliviada después de seis meses de tanto trabajo y, mientras termina de sonreír, aparece en el restaurante del hotel la actriz Griselda Siciliani. “¿Comemos acá?”, pregunta Siciliani después de saludar, y se va a sentar a otra mesa. “¡Te traje sorpresas!”, bromea Peterson, que aprovecha su primer lunes libre para almorzar con su amiga, que además de ser su amiga, y la mujer de Adrián Suar, protagonizó junto con ella la obra Corazón idiotael año pasado.
Tus personajes siempre tienen una marca muy particular en el vestuario. ¿Te involucrás con eso? Sí. Es que vos te conocés, sabés qué te queda bien. En el teatro hay un vestuarista, pero nos sentamos a trabajar juntos (los diseños son de Pablo Battaglia). Me gusta porque es el disfraz. Yo pensaba que Barbara era una mujer elegante, que no usaba muchas texturas, más bien clásica, por algo de las apariencias. A mí el vestuario que más me gusta es aquél que aparece con las plumas. Yo dije: “Acá tiene que aparentar para recibir al embajador, entonces ponele unas plumas de un pajarraco de Uganda”. Cuando me ven aparecer con esas plumas debe ser gracioso, como una cucarda que se pone para recibir a sus invitados.
¿En la tele pudiste meter mano al vestuario? Sí. Todo lo que pueda aportar, es bienvenido. Para Ana me compré un montón de pijamas, porque lo que ella hacía siempre era despertarse. Hago esas cosas. Me gusta la ropa, me gusta comprar cosas.
Ahora Peterson tiene la intención de descansar de la tele. Sigue hasta noviembre con La guerra de los Roses , espera el estreno de Medianeras , donde hizo una pequeña participación, y se dispone a estudiar ofertas de cine. Ya trabajó con Carlos Sorín en La ventana y con Héctor Olivera en El mural , y aunque no quiere contar mucho los proyectos cinematográficos que le ofrecieron, sí confirma que está estudiando seriamente la posibilidad de participar en la próxima película de Gustavo Taretto. “Tiene un guión re lindo que si lo filma este año lo vamos a hacer -revela, y agrega-. Tenés que tener tiempo para hacer cine, y generalmente elegía trabajar en televisión porque eran buenas propuestas.” Ya avisó Peterson que para actuar no pone cosas de su personalidad, que separa su trabajo de su vida personal. Aún así no pudo evitar que sus idas y vueltas con Mike Amigorena hayan poblado las páginas de las revistas del corazón. Y aunque no le gusta hablar de eso, es amable y contesta sin problemas a la remanida pregunta de si está de novia o no: “No estoy en pareja”, dice, y después sonríe y agrega: “Pero que no sea el título de la nota”.

Fuente: Clarin

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