[ENTREVISTA y SCAN] La Nacion • Guapas, el quinteto de la intensidad

Gran protagonismo femenino en la serie que se estrena mañana por El Trece

Por Natalia Trzenko  | LA NACION

González, Bertotti, Morán, Peterson y Macedo. Foto: LA NACION / P. Pidal / AFV

Es como meterse en un laberinto. Lleno de giros en falso, de caminos que no conducen a ningún lado y de frustraciones varias, pero, si se insiste, hay recompensa. Un encuentro en el centro, al final del recorrido. Una reunión que compensa todo lo demás. De eso se trata la amistad femenina, de un enredo a veces incomprensible, pero tan fascinante que la ficción vuelve una y otra vez a transitarlo. Y ahora se trata de Guapas, un cuadro de quíntuple entrada que se estrena mañana, a las 23, por El Trece.

Una escena con cinco personajes siempre es complicada de realizar. Si esos personajes además se mueven en el decorado, si todos tienen cosas que decir y situaciones dramáticas que desplegar, las cosas se vuelven aun más trabajosas. En eso están Mercedes Morán, Carla Peterson, Florencia Bertotti, Isabel Macedo y Araceli González junto con Lucas Gil, uno de los directores de la tira (el otro es Daniel Barone), desarmando y volviendo a armar el encuentro entre Mónica, Mey, Lorena, Laura y Andrea, sus personajes en esta historia escrita por Leo Calderone y Carolina Aguirre.

Esta vez el encuentro es en la casa de Andrea, el personaje de González, que está viviendo un crisis fuerte. Pero no es la única, claro. Porque si a ella se le está cayendo a pedazos un matrimonio de veinte años y con él toda su estructura de vida, su hermana Laura (Macedo) acaba de tomar una decisión que la cambiará para siempre; Mey (Peterson) tolera apenas "ser pobre, estar sola y sobria"; a Mónica (Morán) le toca hacerse cargo de su soledad y a Lorena (Bertotti) enamorarse por primera vez. Todo eso y mucho más se verá en Guapas y algo aparece en esta escena del capítulo ocho en la que pasan del llanto y los nervios a la pelea declarada, la alegría y la pelea otra vez.

"¿Me están juzgando?", pregunta Araceli como Andrea y eso deriva en la negación de algunas, la ira de otra que aprovecha para descargar su bronca y contar lo suyo y la diplomacia de la de más allá. Un muestrario de personalidades que se cruzaron siete años atrás cuando las cinco perdieron todo por la estafa de la financiera que les cuidaba los ahorros. Compañeras en la desgracia, se unieron a pesar de sus diferencias y forjaron un lazo de esos que desconciertan a propios y ajenos, que no pueden explicar pero tampoco hace falta. Porque la amistad no se explica, se vive y si es una amistad entre mujeres se vive intensamente. Y a este quinteto lo que le sobra es intensidad.

"Mónica es una señora que está muy enojada, pero lo que tiene de interesante para mí es que su enojo trasciende la puteada graciosa. Esta mujer básicamente tiene un problema con su ira, no la puede administrar y paga precios muy altos por eso. No es la puteadora canchera porteña. Tiene una hija con el mismo problema y un pasado doloroso que explica el motivo de todo. Más allá de eso tiene otros problemas igual de serios como un enorme miedo a la intimidad. Dice que está bien, así que no quiere cambiar nada y le aparece este hombre que interpreta Dady (Brieva) que va a tener que vencer la enorme resistencia de ella", cuenta Morán, la encargada de interpretar a una mujer que vive en la pelea. "Hay mandatos sociales que dicen que debés ser joven, tenés que estar buena y llevar una vida sexual intensa. Así que aquellos que no la tienen se callan, la ocultan y a mí me parece revelador en la TV hablar de estas dos cosas: de la ira y del miedo a la intimidad". Claro que ésa será apenas la punta del iceberg del relato. Bajo la superficie de todos los personajes, no sólo los femeninos, pasa mucho. Capas de complejidad que se irán revelando a medida que avance la historia.

TODOS LOS COLORES DEL ARCOIRIS

Bertotti entra en cuadro llevando unas papas fritas que irán desapareciendo a medida que se repita la escena. Suena el timbre -en realidad no suena, pero por esas cosas de la magia de la televisión luego se lo escuchará fuerte y claro-, llega Morán y mientras la Mey de Peterson se mueve inquieta con su cartera vintage y sus aires de reina, Andrea se sienta en el sillón de los acusados para contar que su marido, interpretado por Mauricio Dayub, acaba de dejarla y, justo enfrente, Laura no aguanta las ganas de decir lo que piensa. Una característica que el personaje de Macedo combinará con otras, varias más. "Laura es una mezcla de todo. Es valiente, pero definirla es difícil: transita colores bien diferentes en 10 minutos. Eso nos pasa a todas. Tenemos una paleta gigante de estados de ánimo. Estaría bueno que lo vean y lo entiendan. Que una mina no es sólo buena o mala o inocente o despistada", dice la actriz mientras todo a su alrededor prueba sus palabras. Todas repasan la letra al unísono, se arreglan el pelo, el maquillaje y hablan al mismo tiempo pero entendiéndose sin ninguna dificultad, para desconcierto de los hombres en el estudio y los que las acompañarán en la historia.

"El protagónico compartido está buenísimo. Le dije a Adrián (Suar): «¿Somos cinco? Genial. Si somos diez mejor». En realidad somos muchos más que cinco porque los hombres tienen peso en la historia", explica Bertotti que con Lorena está disfrutando de interpretar a una persona "que siempre elige ver lo positivo. Es sufrida, pero no de telenovela. Es muy trabajadora, viene de clase muy baja, sabe lo que es tomarse tres colectivos a las seis de la mañana y remarla, remarla, remarla. Y se contenta con lo que tiene porque todo es resultado de su trabajo y eso es muy importante para ella". Unos logros que le parecerán poco y nada al cirujano plástico que interpretará Mike Amigorena, un hombre tan conflictivo como fascinante para la chica. Casi el efecto opuesto que le causará el abogado con sueños de estrella del stand up que juega Dayub a Andrea, su esposa hace más de veinte años. Un matrimonio que cayó en el tedio con el que Mey sólo puede soñar.

"Es una mina que sigue, a pesar de los golpes, sigue. No se detiene un minuto a pensar qué es lo que le está pasando. No es un personaje reflexivo, ni melancólico. Me gusta mucho las reacciones que tiene. No le tiene miedo a nada. No tiene vergüenza de nada. Pero de una manera muy real. No es un personaje desopilante ni ridículo", dice Peterson, que para mantener viva la fantasía de un pasado en el que "era la dueña de todo", trabaja de azafata y sueña con finalmente conseguir una pareja estable a pesar de estar enamorada del piloto casado que interpreta Rafael Ferro.

La escena se sigue armando, cada vez sale más fluida y, de hecho, cuando terminan los ensayos y se graba, solo hay que repetirla una vez. Todos los movimientos coordinados como si se tratara de una coreografía muchas veces repetida, como si éste fuera un grupo de amigas de verdad. Un conjunto de personas reunidas que es mucho más que la suma de sus partes aunque esas partes, en teoría, no encajen demasiado bien.

"No somos vecinas, no somos colegas, somos muy diferentes socialmente, en nuestras edades y experiencias de vida, sin embargo nos unen las experiencias compartidas, nos apoyamos, nos divertimos. Cuando somos amigas somos un poco de todo. A veces madres, cada tanto novias celosas, controladoras y siempre protectoras", resume Morán. Y de repente estamos en el centro del laberinto y ahí están las cinco guapas de Guapas para darnos la bienvenida..






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