La Nacion • La batalla de los sexos • Guapas

Las diferencias entre hombres y mujeres son el centro de las ficciones del prime time; de Sres. papis analógicos a Guapas hiperconectadas, un retrato de las formas de la amistad
Por Natalia Trzenko  | LA NACION

"Es una cosa femenina, no lo vas a entender nunca." La declaración es clara y concisa. No busca pelea ni admite discusiones. Se lo dice Laura (Isabel Macedo) al Tano (Dady Brieva) en medio de una de las muchas escenas de Guapas que pone en juego la diferencia entre hombres y mujeres. Esas que muestran que, a veces, somos más parecidos de lo que pensamos y otras, muchas, hablamos idiomas similares, pero distintos. Especialmente cuando se trata de la amistad. Que, por esas cosas del efecto contagio que suele padecer la TV, resulta ser el tema central tanto de la tira de Pol-ka como de Señores papis, de Telefé. Y hasta fue la premisa inicial de Mis amigos de siempre cuando era una telecomedia y no el novelón policial de estos días. En las tres ficciones, el protagonismo es repartido y los romances están a la orden del día, pero muchas veces las historias de amor más intensas son las que unen y atraviesan a esos hombres y esas mujeres que podrán cambiar de marido, esposa o de profesión, pero que se mantienen leales al grupo.

Aunque, según su género, los modos de hacerlo y mostrarlo sean muy distintos. Guapas y Sres. papis lidian casi en paralelo con los mismos conflictos -parejas que se desarman después de muchos años, hijos que crecen, nuevos amores y viejas cuentas pendientes con los padres- y arman su relato según un recorte del universo narrativo muy similar, pero puestos en pantalla resultan casi un muestrario de lo diferente que funcionan las amistades femeninas y masculinas.

Ni mejores ni peores, cuando se trata de la amistad en la batalla de los sexos, no hay vencedores ni vencidos: apenas unas chicas que discuten un tema hasta dejarlo seco, agotado y pidiendo clemencia, y unos muchachos que con tres frases cortas y al pie pretenden haber solucionado todos los problemas del mundo.

AMISTAD 2.0

Ellos son más analógicos que digitales. Prefieren el llamado ocasional y la confrontación cara a cara. Ellas son unas máquinas propaladoras de mensajes del chat telefónico. Si un espectador distraído quisiera ponerse al día hoy con lo que sucede en Guapas podría hacerlo siguiendo lo que los personajes creados por Carolina Aguirre y Leo Calderone se dicen por WhatsApp. Cuando se trata de las redes sociales, Nacho (Joaquín Furriel), Chori (Luciano Castro), Mauro (Peto Menahem) y Franco (Luciano Cáceres) recién están empezando a encontrarles su utilidad. Así, Facebook puede ser la respuesta para que Chori encuentre una mujer que lo ayude a superar su matrimonio disuelto y esos inconvenientes sentimientos que le despierta Helena (Marcela Kloosterboer), la mujer de su papá. En cambio, para Lorena Patricia Giménez (Florencia Bertotti), la Red es temible: allí su adorado doctor Müller (Mike Amigorena) puede espiar sus fotos de la fiesta de 15 en "San Isidro Casanova".

EL MUNDO CONTRA MÍ

"Creo que no te va a hacer bien ir", le dice Laura (Isabel Macedo) a Mey (Carla Peterson), para evitarle un encuentro desagradable con su ex novio Pablo y su nueva pareja Cinthia, más conocida como "Vistes". "Si dice eso de vos, es un boludo y lo dice porque no te conoce", sentencia Moni (Mercedes Morán) ante el temor de Mey de que su "amigo" Donofrio piense que es frívola y algo tonta. Más allá de sus ocupaciones, el trabajo de las Guapas es defenderse unas a las otras de las amenazas, reales o imaginarias, que las rodean. Es una tarea de tiempo completo, que no da descanso. Hay que proteger a Lorena del doctor, a Moni de los planes del Tano, levantarle la autoestima a Mey, cuidar a Andrea de su adicción al alcohol y a Laura de su exceso de ironía y sarcasmo. Ellos, los papis, ponen el cuerpo. Así, Mauro lo pasa mal, pero se banca un apriete bastante violento para proteger a Nacho de un marido celoso. Aunque se digan de todo entre ellos, ante el afuera aquello de "todos para uno y uno para todos" aplica para estos mosqueteros del jardín de infantes.

LA VIDA DE LOS OTROS

Están sentados a la mesa. Cafés de por medio escuchan cómo uno construye un castillo de ilusiones que los tres restantes saben que es de naipes, más que frágil. Se cruzan miradas y listo. Uno, Nacho, decide frenar las fantasías de Chori con un baldazo de sensatez y sentido común. La charla no sale bien. Pero no dura mucho. Apenas unas frases de uno y el estallido del otro. "Dejame en paz. Viví y dejame vivir", grita el personaje de Castro, en un estado de agitación que es su reacción casi permanente. Entre estos amigos, dar consejos, meterse en la vida de los demás, no lleva mucho tiempo y los límites son claros. La intimidad del otro es un terreno en el que se pisa con extremo cuidado. Ellas, en cambio, entran como topadoras y no hay zona en la que no se metan. Dicen de todo de todas sobre todos los temas. "¿Cómo vas a estar loca por eso? Si necesitás hacerlo, revisá, revisá, revisá. Hacelo, me llamás por teléfono y me contás todo", le dice Andrea a Moni que, más allá del conflicto que le genera husmear en el bolso de su novio, de algo está segura: si lo hace, sus amigas serán parte del asunto.

PUNTOS DE ENCUENTRO

Los amigos de Friends tenían la cafetería Central Perk; los de Seinfeld, el restaurant Tom's. Un lugar donde encontrarse sin tener que pensar dos veces a dónde ir. Y una solución perfecta para resolver escenas grupales sin que la producción tenga que romperse la cabeza buscando locaciones nuevas para cada capítulo. Claro que, más allá de la utilidad en la realización, esos lugares por repetición terminan siendo parte vital de la trama. En Sres papis, la pizzería de Chori permite el paso casual de casi todos los personajes de la historia, pero también esos momentos en que los cuatro protagonistas se hacen el tiempo para compartir una mesa y sus múltiples problemas. Para las Guapas, el restaurante de Moni y el Tano es punto de encuentro y sueño cumplido. Si la trama del personaje de Mercedes Morán comenzó con la desilusión de tener que cerrar su restaurante y olvidarse de sus sueños, el nuevo local es mucho más que un lugar para que Lorena se ahorre unos pesos comiendo gratis. O con descuento.

LAS CHICAS DE MI VIDA

Es una palabra que lo dice todo. Que cuenta una historia que, en realidad, son varias, montones. Cuando una mujer, no importa su edad, habla de "las chicas" con las que va a cenar, al cine, a bailar o a tomar el té, está describiendo un lazo complejo, rico, lleno de matices y de amor. Y tal vez sea la palabra más repetida en Guapas. Es útil, acorta explicaciones, pero, sobre todo, está cargada de sentimientos. Cuando en los primeros capítulos de la tira, Andrea organizaba una cena con "lo mejor para mis chicas" al mismo tiempo que su matrimonio se caía a pedazos, o cuando Laura reclamaba atención de "las chicas" ante un nuevo revés en su historia de amor con Pablo, no hacía falta decir nada más. Los autores de Sres papis -Cecilia Guerty, Pablo Junovich y Santiago Guerty- no tienen tanta suerte con los atajos. Los hombres adultos o semiadultos que pueblan su ficción no dirían nunca "los chicos": para ser "los muchachos" son muy jóvenes y para ser "los pibes" les sobran unos cuantos años.

RADAR VIGILA

Alcanza con un cambio de humor casi imperceptible para el ojo y el oído humano, un comentario al pasar o una voz "rara" en una conversación de dos minutos: nada se les pasa a las Guapas cuando se trata de sus amigas. Todas detectaron rápido, pero la primera fue la aparentemente despistada Lorena, que conocer al Tano le había bajado la rabia a Moni. Todas escuchan que tras la liviandad de Mey hay una autoestima minada o que detrás del aburrimiento de Andrea y la acidez de Laura se esconden conflictos graves. En esos encuentros presenciales o virtuales que aparentan ser caóticos para alguien poco entrenado en conversaciones femeninas, hay una autopista de infinitas vías de circulación. Ellos parecen estar bastante más desconectados: se encuentran y hablan, pero a veces parecen escuchar sólo el sonido de sus propias preocupaciones. Franco les pregunta sobre las características de la violencia de género, temiendo que su querida Luján sea una víctima de su marido y los demás parecen no escucharlo. El tema pasa de largo, pero queda instalado. Y probablemente -como sucede en este grupo cuando las cosas se ponen complicadas en serio- allí estarán los otros tres poniendo el cuerpo para ayudar al amigo necesitado. Aunque después les cueste decir "te quiero, gracias" o aceptarlo sin ponerse nerviosos. Mientras que ellas lo sueltan casi en cada charla. Ni mejores ni peores, dos caras de la misma moneda que la ficción pone en foco cada noche, una útil guía para revelar los misterios de lo que sucede en el otro bando de la batalla de los sexos.


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