[ENTREVISTA | FOTOS] Carla Peterson: "A mí me dan ganas de hacer todo, de todo" - Clarín-Spot

A su regreso de Washington, donde acompañó a su marido Martín Lousteau,  estrena película  y quiere aprender música. Su rol como madre y la política.




Por Pablo O. Scholz



Fue y vino durante casi un año y medio. Allá fue la esposa del embajador argentino en Washington, aquí rodó películas, grabó participaciones e hizo un comercial. Pero ahora que está, acá, Carla Peterson tampoco para. Como que no puede quedarse quieta. Ya contará que hace “cosas, cositas, cosas”.

La excusa de la nota es el estreno, el jueves, de Mamá se fue de viaje, donde Carla es mamá, papá es Diego Peretti, el director, Ariel Winograd (Sin hijos, Permitidos) y la trama, sencilla: Vera se harta de ser ama de casa y no tener tiempo para nada, y se va, como indica el título, de viaje, dejando a papá con sus cuatro hijos.


Carla se prepara un Nespresso en la oficina de su representante en Palermo. No vino “producida”, pero se quita los anteojos negros para conversar, aunque el sol que atraviesa el ventanal le pegue en el rostro.

“Estoy acostumbrada a hacer cambios en todas las cosas –dice la actriz de Guapas, Los exitosos Pells, Son amores y Lalola-. Lo que si me pasó es que durante una época hice cuatro, cinco años muchos programas de TV con papeles protagónicos, y en el momento de elegir entre hacer una película o hacer una serie, elegí hacer TV. Porque eran buenos proyectos y personajes que me quedaban, y pasó un tiempo hasta que pude tomar una decisión y decir bueno, me voy a dedicar más hacia el cine, que es lo que menos había transitado. Y me interesaba entenderlo. Una vez trabajé con (Carlos) Sorín.

- En “La ventana”, una película chica.
- Y ésa fue mi primera. Era cine, pero yo me maquillaba, me peinaba, me seguía la continuidad, era un equipo reducido. Después, qué sé yo. A veces sentís más que el cine comercial, por la tecnología que hay hoy, se parece más a la televisión.

- Cuando viniste a filmar “Mamá se fue de viaje” fue por poco tiempo.
- Sí, eran 10 días, un proyecto que lo podía hacer por el tiempo que me requería. Me divertía venir a hacerlo.

- ¿Viajaste mucho durante tu estadía en Washington?
- Sí, venía a trabajar. Cuatro veces en un año y medio. Vine 12 días especialmente para la película, y antes , a hacer una participación, y un comercial, y también a filmar Inseparables, la de Carnevale, que también eran pocos días. Tuve que elegir ese tipo de proyectos porque no quería estar tanto tiempo separada…

- De joven habías viajado a los Estados Unidos a estudiar danza.
- Sí, qué sé yo, me iba dos meses, tres meses, bailaba jazz, tap, esas cosas de las comedias musicales, porque antes acá no había escuelas de comedia musical donde tenés todo. Era otra época, yo podía viajar, mucho.

- Antes de tu etapa de TV.
-Mucho antes, a los 17, 18 años.

- ¿Tenés ganas de hacer comedia musical?
- A mí me dan ganas de hacer todo, de todo. Siempre depende qué, tampoco soy gran cantante. Hay estrellas en la comedia musical internacional que son argentinos, así que…

- ¿Qué tenés ganas de hacer ahora?
-En septiembre voy a filmar otra con (Hernán) Gerschuny y Jazmín Stuart.


- Vuelve la banda de “Una noche de amor”… ¿Es comedia romántica?
-No, no, no… No es una comedia, es una de parejas, es más coral, se llama Recreo. Y tengo ganas de hacer algo en tele, y también más cine. Ahora hay proyectos más cortos en tele también, así que…

- Lo último que hiciste en teatro fue “Venus en piel”.
- Cuando nos teníamos que hacer la de gira, me tuve que ir… No lo llevé, porque no iba a pegar con lo de la Embajada y el sadomasoquismo... El protocolo no daba.

- En la película de Hernán Gerschuny también vas a hacer de mamá, o…
- ¿De mamá? Y bueno, sí, ya empiezo a hacer de madre.

- ¿Qué pasa? ¿Cómo es hacer de madre siendo tan joven?
- Y sí. Es raro. Pero se siente más cómodo que la exigencia de… Pero bueno, lo que yo observo es que notás en tu trabajo el paso del tiempo. Que uno crece, y que son roles. De golpe, si trabajara en otra cosa, en una oficina, no te das cuenta (se ríe).

- ¿Pero no sos muy joven para hacer de madre de un adolescente como en “Mamá se fue de viaje”?
- No, tengo 43 años. Es lo que les dije cuando vi semejante chico, no eran cuatro chicos chicos. “¿Qué es este chico más alto que yo? Es enorme.” Eso no me lo habían dicho. Lo hubiera hecho igual, ja. Pero sí, pasa, ya ves… A mí me divertía hacer a Vera, es de las mujeres que están tan ocupadas en su familia y que no se toman el tiempo para ellas.

- No es un personaje que se parezca mucho a vos.
- Noooo, para nada, para nada. Yo observo más esas cosas. Tengo un hijo, chiquito. En nuestro caso los dos nos ocupamos igual de llevarlo, de traerlo. Aparte, él nos estuvo acompañando a nosotros (ríe), de aquí para allá. Sí lo veo en amigas, que tienen un montón de hijos y se la pasan haciendo pools. Las veo menos que a mis amigas que trabajan en una tira. No tienen tiempo. Tengo una amiga que no podemos pasar el like de Instagram (ríe), pero sé cómo están.

- ¿No hay algo que encuentres en común con tu personaje?
- Si tenía algo que ver con mi vida era que yo también me iba a ir diez días de viaje, nunca lo había dejado solo a mi hijo. Lo dejé con el padre, pero nunca me había separado tanto tiempo, más que una noche que se quedaba con mi mamá. Y tomar un avión… Empieza la cabeza…, con conexiones, que si pasa algo. Acababa de asumir Trump, hacía una, dos semanas, te vas de EE.UU… No sé, qué sé yo, volvés ¡y te encontrás con un muro!

- ¿Cómo es la vida no tan pública de ustedes? ¿Salen? ¿Qué hacen?
- Ahora hace un mes que estamos complicados, pero sí, vemos tele.

-¿Qué ven?
- Vemos series. Bueno, veo los programas políticos, lo veo a él.

- ¿Te interesa la política?
- Si no estuviera casada con él, seguramente no. Normal, me interesa. Hubo épocas en que, la verdad, trataba de alejarme lo más posible de las realidades, aunque no podés, estás ahí. Pero lo hacía más que nada para ponerme creativa, desde otro lugar.

- ¿Qué estás viendo?
- Ahora, nada. El que se ve todas las temporadas de todo es Martín, yo empiezo un capítulo y me duermo. Martín puede ver capítulos de a cuatro. Una que vi, allá, fue Black Mirror, y llegué acá y empecé a ir al teatro a ver a mis amigos. La televisión, en mi casa se comparte con mi hijo. Hasta que no se duerme… Y soy muy de buscar cosas para hacer. Yo acá hago muchas cosas, cositas, cosas.

- Que son…
- ¿Cosas cositas cosas? Y qué sé yo… Me invitan a un lugar, voy a un evento, me encuentro con una amiga, voy a un programa de TV, voy a un estreno. Y empezaré a revisar las cosas que yo quiero hacer, estudiar.

- ¿Estudiar qué? ¿Algo relacionado a tu parte artística, o...?
- Compré cuerdas para la guitarra que estaban rotas (ríe), las voy a cambiar y voy a aprender a tocar la guitarra. No sé tocar ningún instrumento, y es algo que me dije que iba a hacer, en esta vida.

- Acá, ¿los argentinos te reconocen, te saludan? ¿Te tratan bien ahora que estás con un político?
- Sí, nos tratan bien, a los dos. Siempre puede suceder algo, ¿no? Si estamos en familia me parece un poco agresivo. La otra vez pensaba, cuando sos actor, si no les gustás, no les importa, nadie te dice nada.

- Ni te hacen escraches por tu mala actuación.
- Claro, como mucho te ponen en una foto “Ay, fea, ¿qué te hiciste en la cara?”. Y no te hiciste nada, pero bueno…

- Una maldad, pero chiquita.
- Esa maldad no me importa para nada, pero cuando estás con un político, como si yo pudiera hacer algo… Un comentario, una cosa fea, se bloquea. Y a otra cosa. O no. Pero pensaba en eso, en ser actor, la exposición. Ser actor es un placer. No pasa nada, nada es grave. Un romance que te inventen (pone caras), pero cuando te culpan de cosas que no tenés nada que ver, cosas sucias, eso es feo. Porque aunque lo aclares, quedó. Qué te voy a explicar…

- Cuando estabas en Washington eras la mujer del embajador, pero protocolarmente, ¿tenías tiempo libre?
- Tenía tiempo libre. Protocolar, pocas cosas, pero había fechas o eventos particulares en los que me invitaban a participar, y mí me gustaba estar. Un 25 de mayo.

- ¿Y qué hacías?
- No estaba obligada a ir. Y bueno, el 25 de mayo hicieron una fiesta muy grande, venía gente a la Embajada, hubo argentinos, y además yo quería estar, porque estaba viviendo ahí. Nada, simplemente saludaba, la gente venía a vernos porque me veían a mí en la tele. Me sacaba mil fotos con toda la gente que venía, hacía eso. Muchas veces nos invitaban: como también había muchos embajadores que estaban llegando en la misma época que nosotros, querían conocernos, conocer a la familia.

- Parece una labor tranquila.
- Muchos lo hacen también para entablar amistades, es gente con la que después vas a compartir muchas reuniones, y tener un vínculo ayuda… A todas las esposas de los embajadores de Latinoamérica, una vez por mes les toca invitar a reuniones. Pero todos sabían que yo era actriz, y cada vez que había algo cultural, que tenía que ver con el cine de sus países, me invitaban. Intercambiar cosas que pueden ser interesantes está bueno. Y yo también: pasaban una película argentina y me pedían si podía ir, y como generalmente conocía al director, “¿no nos conseguís un saludo, así lo pasamos antes…?”. Anécdotas sobre el rodaje, ese estilo de cosas. Y se me acercaba mucho la gente. A veces yo iba caminando por la calle y sabían que era la mujer del embajador, pero porque salía en la tele.

- ¿Allá te reconocían en la calle?
- Los argentinos. Inusual, alguno que haya visto alguna novela, me decían “Te quiero dejar un curriculum para la Embajada”. Me lo decían a mí, que nada que ver, pero sabían quién era yo. Fue muy divertido.

- Te quedaste con un lindo recuerdo de tu paso por Washington.
- Y sí. Ayudaba en algunas cosas que me parecía que podía colaborar, nada más. Participé con cultura de la embajada. Hicimos unos tres días de homenaje a Borges por los 30 años de su fallecimiento. Fuimos a la Biblioteca del Congreso y conseguimos que nos dieran material inédito, porque Borges iba allí, y era amiga de quien dirigía la parte hispana, conseguimos la última entrevista que había dado ahí Borges en inglés. Invitamos a María Kodama, y ella da esa charla ahí con fotos que tenía la Biblioteca. Otros día hubo especialistas que dan clases sobre literatura hispana y Borges, y otro hicimos algo con Muriel Santa Ana. Había visto que su padre había hecho cosas de Borges, “¿no querés hacer algo?”, la invité. Y recitó El Aleph, poemas, vinieron más de 100 personas, y después se armó una milonga. Yo aprendía, también.

¿Cómo te manejás con las redes sociales? Porque parece que tenés muchas.
-Tengo Twitter e Instagram. Hay mucha gente que no soy yo.

- Tenés una página oficial, ¿la hacés, la supervisás vos?
- No, si yo supiera hacer eso… O sea, no. Antes se usaba el material, fotos para castings, ahora ya no. Esa página no está tan actualizada como el fan page de Brasil. Cuando necesito algo mío, les pido y me lo mandan. ¿Y esto de dónde lo sacó?

- Tus fotos de Instagram y tu Twitter sí los manejás vos.
-A veces me equivoco, escribo sin los antejos y sale cualquier cosa. Y a veces no pongo todo lo que me gustaría poner, porque…

- ¿Te abruma un poco esto de las redes sociales?
-Mhjkppfghfg (Hace ruidos con la boca). Estoy por sacar algunas cosas del teléfono. Te toma y roba mucho tiempo. Pienso que es mejor entrar en un momento al día, y no estar esclavo, a ver qué pasó. Si no leés el diario..., perdón que te lo diga, sigo los diarios por Twitter. Por el Facebook, nunca. Como también hay unas cuentas que no era yo.

- No tenés cuenta en Facebook.
-Hay una que es como un fan page… Alguna vez subí alguna cosa, pero no le agarré la onda (ríe).



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