[FOTOS | ENTREVISTA] Animal: Carla Peterson y Guillermo Francella de la normalidad al extremo - Clarín

El filme de Armando Bó se filma en Mar del Plata y en Parque Chacabuco. Los actores son una pareja a la que un imprevisto les cambia radicalmente la vida.



Es jueves. Son las dos de la tarde. Estamos en Parque Chacabuco, en una casona ubicada en Asamblea al 1600 que se utiliza para el rodaje de una escena de Animal, la película de Armando Bo que se estrenará en mayo del año que viene y cuyos protagonistas son Guillermo Francella, otra vez sin su frondoso bigote, y Carla Peterson, con el pelo más castaño que rubio. Podría decirse que la locación es fastuosa, con parque, palmeras, dos piletas, cancha de pádel, cancha de bowling y una sucesión interminable de barras que ofrecen un amplio catálogo de botellas. Como si el dueño de este lugar que desde hace un tiempo se alquila para filmar hubiera sido un jeque árabe. O dos. O tres. O cuatro. Una sociedad de millonarios con un propósito bien claro: que el placer no se acabe.

“Y ahora... ¡todos a emborracharse!”, dice a los gritos Marcelo Subiotto, en el rol de Gabriel Hirtz, un cirujano plástico que, como parte de la inauguración de su nuevo centro de estética, ha organizado una fiesta opulenta. Como un político en pleno discurso de campaña, y acompañado por su mujer (Gloria Carrá), Subiotto les habla a los invitados al incipiente jolgorio desde lo alto de una terraza. Para darle mayor carnadura a su personaje, el actor que viene de destacarse esta temporada en Parias, en el Teatro San Martín, también sufrió una modificación capilar: su pelada ha sido cubierta por una peluca imponente, un quincho colosal que, en la frente, desemboca en un corte a dos aguas.

Al matrimonio “de clase media marplatense” que en la ficción interpretan Francella (Antonio) y Peterson (Susana) no se los ve del todo a gusto con la celebración. Están tensos. Son “muy amigos” del cirujano plástico pero queda claro que tienen otros intereses, y si fuera por ellos, más austeros, más discretos, más sobrios, evitarían los globos dorados y la torta con forma de pechos inyectados con siliconas, entre otros detalles de la ambientación.

“Corten”, pide Armando Bo, el director de la película, que va y viene con entusiasmo por el set. Los rulos, similares a los de Guga Kuerten, le rebotan en la cara. Conforme con lo que se acaba de filmar, se acerca a Francella y le acaricia la espalda.

Ahí, los 60 extras, que están vestidos de gala, aprovechan para descansar: se sientan en sillas o directamente en el suelo, fuman, conversan entre ellos, toman agua. Algunas de las mujeres se sacan los zapatos de taco alto y se masajean los pies.

En una de las habitaciones del primer piso, en la que se destaca una mesa con frutas, nueces y medialunas, Patricio Álvarez Casado, uno de los productores de la película, sigue en dos monitores la escena que se acaba de filmar. Lo acompaña su socio, el Chino Fernández, que en su momento fue una de las figuras infantiles de Jugate Conmigo y por estos días se luce detrás de cámaras.


“Todos a sus posiciones”, ordena ahora Armando Bo, siempre amable. Con bermudas y remeras de Los tres chiflados, los técnicos acomodan luces y micrófonos. La idea es filmar la misma escena del inicio de la fiesta pero desde otro plano. Como si fuera otro de los invitados, aparece Guido Süller y se ubica cerca de la pileta. Difícil que su papel sea digno de un Oscar: no habla, a lo sumo tomará con una pajita algo de agua saborizada, de color similar al Campari.

Por la calle Asamblea pasa una ambulancia. El sonido de la sirena obliga a interrumpir la escena. “Esperemos un minuto”, sugiere Bo. De chaleco y moñito, el extra vestido de mozo que se disponía a avanzar con una bandeja de canapés se frena abruptamente. Se rompe una copa. Un asistente recoge los vidrios.

“Ahora sí, vamos de nuevo”, arenga el director. Vestidas como enfermeras, tres mujeres tocan en vivo una pegadiza melodía de swing. El grupo, formado por un contrabajo, un trombón y una guitarra, suena afianzado y obliga a mover la patita.

Se nubla. “Para no perder la continuidad”, la escena se vuelve a interrumpir. Una maquilladora aprovecha para retocarle el mentón a Guido Süller. Dos minutos después, sale el sol. “Dale, lo hacemos esta vez y terminamos”, señala Bo, optimista. Dicho y hecho.

El rodaje, que arrancó a las 8 y terminará a las 20, es intenso. Y cansador. Llega la hora del almuerzo, un bucólico entretiempo bajo los árboles del parque de la casa. Francella, Peterson, Subiotto y Carrá comparten la mesa principal. Comen carne, fideos, quinoa.

¿Cómo es el personaje de Antonio?, es la pregunta de Clarín a Francella.
“Antonio tiene una vida absolutamente normal, muy convencional, muy previsible: está casado con Susana, tiene tres hijos y trabaja en un frigorífico. Es uno de los mejores empleados. Sin embargo, un hecho fortuito modifica sus días. Lo lleva a una situación extrema, animal. Ahí se puede ver cómo es la reacción de una persona frente a algo que nunca imaginó que le podía pasar”, responde el actor. Y agrega: “El de Antonio es un papel muy interesante, que me permite explorar algo nuevo. Como en El secreto de sus ojos y en El Clan, mi personaje no tiene bigote. Espero que sea premonitorio... Y que Animal sea otra gran película”.

Consultado por el guión, Francella señala que no tuvo que tocarle “ni una coma”. “Lo leí una noche y a la mañana lo llamé a Armando para decirle que me había encantado”.

-¿Te gustó que la historia sucediera en Mar del Plata?
-Sí, claro. Es una ciudad que amo.

Mientras los actores toman café, Francella le cede la palabra a Peterson. “Mi personaje es el de Susana, la mujer de Antonio... Sí, Susana es algo Susanita, con su casa, con sus hijos, con su vida en una ciudad con ma​r... Y frente a lo que sucede se modifica su situación y la de su familia. Cuando se dan cuenta de que no tienen todo bajo control, se ve la esencia de cada uno”, comenta Carla.

-¿Cómo es hacer de madre?
-Me gusta mucho este papel de madre con un bebé y dos hijos más grandes. Hacía tiempo que quería hacer algo así, que no tiene mucho que ver con lo que hago generalmente, que está más vinculado con la comedia.

Armando Bo: "Es mi maduración como director"


“Animal es un thriller psicológico”, explica Armando Bo, el director de la película. Y profundiza: “Antonio, el personaje de Guille (por Francella), hizo todo lo que nos dijeron que teníamos que hacer en esta sociedad: formó una familia, tuvo hijos, se destacó en su trabajo. La vida nunca lo golpeó seriamente. Nunca se la tuvo que jugar de verdad por nada importante. Y de pronto se encuentra con que no puede seguir así. Hay una situación que lo empuja a cambiar de su vida, que lo lleva a replantearse sus miedos. Si sigue respetando lo que viene haciendo hasta ese momento, se puede morir. Y en ese proceso tiene que empezar a lidiar con gente más joven. La escena de la fiesta de inauguración de la clínica de cirugía estética de su amigo tiene algo que ver con eso”.


-¿Por qué elegiste a Francella para el rol de Antonio?
-Como actor, Guille tiene una ambigüedad muy interesante. Puede hacer de alguien bueno, de alguien muy querible, y al mismo tiempo puede ser alguien más duro, como su personaje en El Clan. De los grandes actores, es el que está tomando más riesgos.

-¿Y qué viste en Carla para que hiciera de Susana?
-Carla es una actriz tremenda. La gente que maneja humor tiene un ritmo y una ironía muy interesantes. Tienen algo que los ilumina.

-¿Por qué te decidiste por Mar del Plata para situar la historia?
-Animal es una película de ciudad, no de pueblo. El choque de generaciones del que hablaba antes no se puede dar entre gente que se conoce. Quería cambiar. Buenos Aires siempre aporta la misma luz, los mismos edificios... Además, la conexión con el mar es muy poética. Mar del Plata parece Londres. O Bristol, también en Inglaterra. La cheta de Nordelta ve a la Bristol como lo peor, pero no, es un lugar increíble.

-¿La historia de Animal sucede en invierno?
-Sucede fuera de temporada. No tiene nada que ver con el verano, los teatros...

-Además de esta película, ¿estás trabajando en otros proyectos?
-Sí, los proyectos tardan en crecer, hay que encontrar a los personajes, afianzar la historia... Uno nunca está con una sola cosa. Estoy con algo de televisión, con una película de animación... Igual, éste es el momento de Animal. A los 38 años, ya no soy el que filmó El último Elvis... Cambié como guionista y como hombre. Esta película vendría a ser mi maduración como director. Después del trabajo con Alejandro (por el director González Iñarritu), después de lo que pasó con el Oscar (en 2015 se llevó el premio al mejor guión por Birdman, que escribió junto a su primo Nicolás Giacobone), esta película vendría a ser mi maduración como director... Mi película como para decir: ‘así juego yo’.


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